Reflexiones y desafíos a 90 años de la Coronación

El balance en el trono de Etiopía

Por Sista Iniris Mae*

El 2 de noviembre de 1930 acontece la Coronación de Tafari Makonnen y Menen Asfaw asumiendo la posición de Emperador y Emperatriz de Etiopía. Es un evento de alcance mundial, ya que Etiopía es el único país de África que jamás fue colonizado, tiene la tradición cristiana más antigua y genuina del mundo y su linaje convierte al trono etíope en el más duradero de la historia. Tafari y Menen son sus últimos regentes, son quienes ratifican la continuidad de esta piedra angular africana hasta estos tiempos contemporáneos.

Su Coronación tiene una relevancia histórica y simbólica para la cultura africana, para la fe de vida Rastafari y para toda la humanidad en su amplitud, ya que hemos estado sumidos en las herencias de los patrones colonialistas durante los últimos siglos y este evento es un portal que provoca un quiebre, fortaleciendo la resistencia a dichos patrones.

Desde el movimiento Rastafari, concebimos que la Coronación devela una revelación mística, ya que hubo una profecía surgida desde el pueblo negro africano que señalaba que un reinado ancestral de justicia se levantaría para la liberación.

Los/las oprimidos/as por el sistema colonialista, descendientes de los/las esclavizados/as, africanos/as en la diáspora por causa de la invasión y usurpación de la dignidad humana, son quienes sobreentienden que han sido mutiladas su autonomía y legitimidad, violentados/as física y culturalmente por la imposición que se instauró con el modelo de la dominación racista, y que ese yugo terminaría al revelarse la presencia de Jah Todopoderoso/a Principio de la Creación en la Tierra.

Esta manifestación de lo divino en el plano humano se cumple cuando la profética Coronación se lleva a cabo y  los/las oprimidos/as africanos/as logran entonces asumirse como sujetos capaces de redimirse y liberarse, como descendientes de tan grandioso territorio, asumiendo a su vez la divinidad en Uno/Una Mismo/Misma.

Esta valoración del ser africano/a en su magnificencia, ciertamente, no es permitida por el sistema y mentalidad colonialista, por lo que revelarla significa desatar la verdad, contrarrestar el desequilibrio supremacista instaurado por la esclavitud e intentar compensar el desastre humano que ésta conlleva. Este balance que se levanta a nivel simbólico en la Coronación es sumamente relevante para comprender la fe de vida Rastafari y explica el legado que defendemos como espiritualidad en resistencia contra el colonialismo y todas sus manifestaciones a nivel sociocultural.

Por otra parte, la Coronación propone el balance entre hombre y mujer, ya que ambos -Tafari y Menen- son coronados el mismo día, marcando una diferencia con la tradición como se llevaba hasta ese momento. En la fe de vida Rastafari esto es clave, ya que demuestra el carácter dual de esa revelación mística que pudieron sobreentender los/las africano/as oprimidos/as en la diáspora y señala que lo divino es sagrado en equidad.

Al momento de la Coronación, Ras Tafari toma el nombre de Haile Selassie I, cuyo significado es el Poder de la Trinidad, y abriéndose este portal junto a la mujer, podemos sobrentender que ese Poder surge desde ese balance. Emaye Menen, la mujer africana que encarna la fuerza femenina en el trono de Etiopía estaba, además, gestando a uno de sus hijos, bajo sus vestiduras reales crecía su fruto humano y esto determina nuestra conciencia sobre el elemental poder de la vida que hace sagrada nuestra naturaleza humana, concibiéndonos como portales de poder eterno. El Poder de la Trinidad manifestado en la facultad de concebir(nos) como Creadores/as.

Asimismo, el fundamento, también reconocido en el mensaje bíblico, de que Jah es el Alfa y la Omega, se consolida con la Coronación de Haile Selassie I y Emaye Menen, y nos exige deconstruir la imagen unidimensional que nos ha impuesto el colonialismo a través de su falsa religión, de un Dios que es presentado como masculino y blanco. Esta reivindicación, ciertamente, no es permitida por la mentalidad colonialista patriarcal. Ambos, Tafari y Menen en el trono de Etiopía, desatan los sellos para demostrar una verdad a la humanidad y demuestran con sus actos a lo largo de sus vidas lo que implica este balance para instaurar un reinado de justicia en la Tierra, un llamado que vuelve a acontecer en pleno siglo veinte, entre guerras, modernidades y capitalismo.

El espacio de resistencia que levantamos desde nuestras familias, con nuestra Livity o forma de vida, tiene estrecha relación con este ejemplo y nuestra espiritualidad se materializa en la necesidad de llevar a cabo prácticas liberadoras, que implican devolver a la mujer su posición sagrada y profética. Recuperando este balance, afrocentrando nuestro linaje ancestral y reconociendo la equidad de la manifestación de Jah en la Tierra, rompemos abruptamente con la ideología opresora de Babylon que nos ha domesticado para que aceptemos supremacías y nos sometamos a ellas.

*Integrante de la Fundación Empress Menen Asfaw Chile.