La tradición del Café Etíope

Cuenta la historia: un día como otro cualquiera, allá por el año seiscientos, un pastor llamado Kaldi que vivía en Gimma, provincia de Kaffa en Etiopía, salió con sus cabras a la montaña. Los montes eran frondosos, ricos en pastos y llenos del colorido que le daba una enorme variedad de plantas. Kaldi despertó de la siesta porque sus cabras se comportaban de manera extraña: estaban nerviosas, no paraban de saltar y agitarse. Observó a los animales y comprobó que todo comenzaba cuando comían unas apetitosas bayas rojas que crecían en racimos en un arbusto.

Cortó una rama de aquella especie de cerezas y se la llevó a un sacerdote sabio de un convento que había en el valle. El sacerdote, tras escuchar la historia que le contó Kaldi, decidió cocinar aquellas frutas carnosas. El resultado fue tan amargo que arrojó con desprecio las ramas al fuego. Pero en ese instante, el agradable olor que desprendieron las semillas al tostarse con las brasas del fogón, les hizo pensar que los animales no podían estar equivocadas cuando volvían una y otra vez a comer en los arbustos de frutas encarnadas.

Así fue como pastor y el abunna (sacerdote) sabio descubrieron que tostando las semillas se podía hacer una infusión rica y estimulante, el cual lo llamaron “Bunna” (Café). El primer uso que le dieron los sacerdotes a esta nueva infusión fue para transcribir la Biblia, ya que lo hacían de manera manuscrita. Y al pastor ya nunca le fallaron las fuerzas para -después de preparar una infusión de Bunna– subir la montaña con sus cabras.

El café en Etiopía con los años se transformó en una ceremonia hermosa que realizan las mujeres en cada hogar en momentos de bienvenida o celebración, con simbolismo y aromas de inciensos para hacer de él un momento mágico y ancestral. Una ceremonia de café etíope, o “Jebena Bunna” como se le conoce en el idioma amhárico de Etiopía, no está diseñada para alguien con prisa ya que la preparación toma su tiempo.

Las mujeres, generalmente vestidas con trajes tradicionales, lavan los granos de café verde antes de tostarlos sobre las brasas. Después, los granos de carbón negro se muelen a mano en un mortero. El café y el agua se mezclan juntos en la jarra de barro negro llamada “Jebena“, la cual se ubica directamente en las brasas hasta que sale vapor del dispensador de la Jebena.

El café resultante es oscuro, amargo y, por lo general, se endulza con cucharaditas apiladas de azúcar. Casi siempre se sirven palomitas de maíz para acompañarlo. Si se hace bien, la Jebena Bunna es deliciosa. Sin embargo, las tazas sin asas extremadamente calientes y llenas más allá del límite, son difíciles de manipular sin quemarte.

Arbol“, la primera taza, se dice que es el más fuerte y el mejor. Mi café es ligero pero completo, terroso y grasoso a la vez. La segunda taza, “Tona“, se hace con los mismos granos de café reutilizados así que es más débil y la tercera, “Bereka“, se le conoce como la “caminera”.

Si se encuentran en algún lugar con alguien que esté preparando la ceremonia del café Etíope, no dude en degustar de esta exquisita bebida energizante, disfrutará de los sabores y aromas ancestrales, además de llenarse de energía.

El café es hoy una cuestión de Estado en Etiopía, el modo de vida de una población mayoritariamente agraria y la base de su comercio exterior. El café tiene su origen en Etiopía, en la región de Kaffa, en tierra de aromos donde hoy se producen las variedades más apreciadas en el mundo: Sidamo, Yirgacheffe y Harar. Curiosamente se les denomina arábicas, pero qué se le va a hacer, también durante años y años se puso en duda que el Nilo naciese en Abissinia.

*Por Ras Makuto*